domingo, diciembre 18, 2005

De la fe.

Dice el Corán: "No hay coacción en religión" (2, 256)

Afirmaban Imperator y Equécrates, en el blog de Imperator, que se habían hecho trampas en los diálogos sobre religión y filósofía que se habían estado teniendo a lo largo de las últimas semanas, en ese y otros blogs. Trampas dialécticas y lógicas, apelaciones a la autoridad, ataques personales, etc...

Y debo decir, con dolor, que estoy de acuerdo con ellos, y que creo que es cierto. No levantaré mi dedo contra nadie, pues tal cosa no me parece correcta, pero creo que así ha sido.

Y ahora, hablaré yo.

La fe es un don. No es un derecho, ni algo a lo que se pueda llegar lógicamente. ¿Nunca habéis oído decir, a un mal cristiano, con cierto desprecio o arrogancia, 'Tú es que no tienes fe"?

No es lícito, creo, echar a nadie en cara su falta de fe, ni sentirse superior a nadie por tener algo que no nos hemos ganado, sino que nos ha sido dado. La fe sin obras está muerta, pero las obras sin fe... son posibles.

Y pueden llegar a ser la puerta que lleve a la fe, camino que en el otro sentido, es más difícil. Pues quien tiene una fe sin obras... poco hará con ella.

Dice San Pablo, en la primera carta a los Corintios:
13,1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe.
13,2 Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy.
13,3 Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha.
13,13 Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad.

Eso es lo que importa: de las virtudes cardinales, es decir, de la fe, la esperanza, y la caridad, también llamada amor, la mayor es la caridad.

Pues se puede obrar bien sin tener fe. Y si hemos de ser felices, aquí y tras la muerte, y hacer felices a los demás, aquí y tras la muerte... no miraremos por encima del hombro a nadie, pero menos aún a los que carecen de la fe que a nosotros nos ha sido regalada.

4 comentarios:

Ibn Sina dijo...

Pablo:

1. No creo que haya nadie capaz de decir que Abraham estaba haciendo trampas cuando negociaba con Dios para salvar a los sodomitas y los... habitantes de Gomorra.

2. Te lo han dicho Pablo. ¿No te parece que no has seguido reglas lógicas en tu debate con ellos?

3. Desgraciadamente, esa promesa está en un libro que puede haber sido modificado, o no. Si leemos entre líneas... siempre cabe la duda del origen de la fe. Pedir algo no es certeza de que vayamos a recibirlo, ni siquiera en el cristianismo.

4. No estoy seguro de que se pueda llegar lógicamente a la convicción de la existencia de Dios. Yo lo más lejos que creo es a la imposibilidad de negar racionalmente que existe. Mi convicción en la existencia de Lo Divino me la da la fe, no la razón.

5. Lo de hablar de la fe no venía a cuento del debate de estos días; simplemente me sentía con ganas de hacerlo.

6. Disiento en lo de que las obras buenas no abren la puerta de la Eternidad.

7. ¿A qué viene eso de que el que hace buenas obras pero no tiene fe se vuelve orgulloso? ¿Quien podría estar satisfecho, si el orgullo no estuviera ya en su corazón, del bien que hace, cuando siempre podemos hacer?

8. Leer tus respuestas es, de momento, un placer, pero intenta ser un poco más escueto. No quiero asustar a otros lectores. :)

Imperator dijo...

Pablo: Espero que nadie se enfade conmigo por plantear que ontológicamente somos mendigos (aunque estamos llamados a ser reyes) pero es que creo que es así. Y toda la tradición judeocristiana, conmigo.

¿Y si la tradición judeocristiana está equivocada qué?

Ibn Sina dijo...

Sin duda, es una posibilidad que debemos considerar. Pero no sé si Pablo ha tenido tal posibilidad en cuenta...

Ulises dijo...

creo que a cada uno se le es dado un nivel de conciencia existencial, de responsabilidad para con su destino y es proporción a ello se le exigirá...es la historia de los talentos...el por qué unos perciben la propia existencia con mayor intensidad y urgencia que otros es algo que no sabemos. ciertamente la misericordia de dios debe ser infinita porque son demasiadas las cosas, los detalles que se nos escapan.