sábado, mayo 27, 2006

Me sentía como el tío Matt el viajero.

Bienvenidos al Libro de la Curación.
Ese edificio que se ve a la izquierda es el Centro Cultural Islámico de Madrid, también conocido como 'La Mezquita de la M-30'. Lo cual es un poco simplista, porque la mezquita es sólo una de las instalaciones que hay en el Centro, el cual es muy interesante para cualquiera que tenga interés en el Islám, el mundo árabe en general, o los musulmanes residentes en Madrid (que son unos 60000 según las últimas estadísticas).

El CCIM pertenece a la Liga Árabe, no a ningún país en concreto, y acoge entre sus muros un colegio concertado, una biblioteca muy bien equipada, un gimnasio, una sala de conferencias, un cafetería, un restaurante panislámico, y una mezquita (seguro que se me olvida algo). La mezquita puede ser visitada por cualquiera: los únicos requisitos son guardar silencio, descalzarse y, en el caso de las mujeres, cubrirse el cabello con un pañuelo (ésto último no es necesario en el resto del edificio).

El viernes decidí visitar el CCIM, y asistir, con discreción, a la oración comunal del viernes (día de oración comunal para los musulmanes). Mi visita tenía dos objetivos: uno lingüístico, y uno religioso.
Lingüísticamente, quería exponerme a diversos acentos árabes, para comprobar si era capaz de comprender palabras sueltas. Así que allí me planté, en la cafetería... saqué mi carpeta, y me puse a hacer ejercicios de traducción árabe>español, español>árabe, y a escuchar lo que decía la gente que pasaba a mi lado. Tuve la oportunidad de intercambiar saludos con varias personas (Salaam Alaykum > Wa Alaykum Salaam) (La paz sea contigo). También fuí capaz de expresar, en árabe, que era español, que hablaba poco árabe, y entender (más o menos) lo que me decían.
La parte más interesante de la experiencia lingüística fue cuando se sentó a mi lado, en la barra de la cafetería, un hombre que asumo era sub-sahariano, vestido con una túnica negra, un gorrito blanco (no sé como se llama esta prenda, es de ganchillo) en la cabeza y un paño blanco sobre los hombros, que tras pedirse algún tipo de pastel de hojaldre y ofrecerme el primer trozo (diciéndome en árabe algo que yo, más o menos, no entendía), consiguió comunicarse conmigo, y decirme que hablaba poco árabe, poco español, poco francés, y poco inglés. A todo ésto, yo conseguía decirle (en árabe) que hablaba inglés y español, que hablaba poco árabe, y que no hablaba francés. Vamos, una escena totalmente surrealista.

Religiosamente, la experiencia fue... interesante. No sé muy bien como expresar lo que sentí. Subí a la segunda planta de la mezquita, donde los que no entienden árabe pueden recibir unos auriculares para escuchar la traducción simultánea del sermón del imam. Me quité los zapatos, me arrodillé en una esquina, discretamente, y medité sobre lo Divino. Escuché el sermón. Seguí (más o menos, y con discreción) los movimientos de los musulmanes que estaban a mi lado (aunque sin repetir las oraciones). Respondí cuando me desearon la paz, y me levanté cuando todo el mundo se levantó, y me marché, de nuevo con discreción.

En resumen, una experiencia productiva. Le recomiendo a todo el mundo con curiosidad sobre el Islam o los musulmanes que se pase por el CCIM; asistir a la oración puede ser pesado si no tienes inquietudes religiosas, como es mi caso, pero el edificio es estéticamente muy interesante. Aunque no tuve ocasión de visitar la biblioteca, planeo hacerlo en mi próxima visita.

5 comentarios:

Imperator dijo...

Coño, pues hace que resulte interesante ir. Vaya, tenía ganas de ir a verla, pero ahora más. Pena que cuando vivía más cerca no me pasara.

Ibn Sina dijo...

Eres la última persona de la que esperaba tal comentario. :)

Imperator dijo...

¿?

Ibn Sina dijo...

Bueno, Imperator, pensé que, debido a la forma en que criticas al Islam, ya habrías estado en la mezquita de la M30. Simplemente, me ha parecido un comentario extraño.

Imperator dijo...

No, chavalote, qué va.

Mi asco por las religiones organizadas no me impide disfrutar de algunos de sus productos. Hay muchísimo arte inspirado en la religión que me gusta y soy un gran amante de ver templos, especialmente cuando no hay sacerdotes dando el coñazo. En general, cuando no hay gente dando el coñazo es más adecuado.

Desde la M30 la mezquita parece un edificio precioso, y tenía ganas de verla.